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Escuchando la «alegoría de la caverna» a los alumnos

11/06/2011

Últimos días antes de las pruebas de acceso a la Universidad. Dedicamos las clases a repasar los autores que pueden salir en dichas pruebas: Platón, Descartes, Hume, Stuart Mill y Nietzsche. El objetivo es claro: nada de filosofar, sólo prepararse para sacar la mejor nota, como si se tratase de una «academia» en la que no aprendes nada, salvo cómo hacer lo mejor posible un examen. Sin embargo, no puedo evitar releer materiales escritos y trabajados durante el curso. Ahora me encuentro con un registro del diario de clase del primer trimestre: unas notas apuntadas mientras trabajamos la «alegoría de la caverna», el conocido fragmento del diálogo La República de Platón. Ya casi olvidadas, me sirven para volver a pensar la relación entre los alumnos y los textos, la presencia de sus referencias y las mías en su interpretación, y también en el sentido de llevar un diario de clase.

Las reproduzco a continuación:

…¿crees que sentiría aquél nos­talgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente “tra­bajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimo­nio” o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?

–Eso es lo que creo yo– dijo–: que preferiría cual­quier otro destino antes que aquella vida.

–Ahora fíjate en esto– dije–: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?

–Ciertamente– dijo.

Durante la clase de ayer hice con los alumnos de segundo de bachillerato una lectura en voz alta del fragmento de La República en el cual se narra la «alegoría de la caverna». Siempre he dado por sentado que el prisionero liberado, una vez se ha acostumbrado a la visión de todos los objetos del mundo exterior (representación metafórica de los modelos eternos del «mundo inteligible»), puede contemplar de manera directa la luz del sol (representación de la idea de Bien); y, a pesar de su evidente deseo de no regresar a su antigua y obscura morada (representación del «mundo sensible»), finalmente accede a  regañadientes a descender, con el objeto de liberar a sus ex compañeros.

Desde este supuesto –inconsciente en su condición de supuesto–, escribí en la pizarra la siguiente pregunta: ¿Qué significado puede tener el regreso a la caverna del prisionero liberado? Y dejé más o menos un cuarto de hora para que cada uno escriba en su libreta alguna respuesta. Pasado este tiempo propuse una rueda de intervenciones y, para mi sorpresa, pude comprobar que los significados que se inferían de las líneas finales de la alegoría no coincidían, en un número considerable de alumnos, con lo que para mí era la interpretación evidente y segura del texto de Platón; lo cual me llevó a pensar que no se había prestado suficiente atención a la lectura o se la había entendido incorrectamente.

Las diferentes respuestas de los alumnos se podían agrupar aproximadamente en las siguientes posiciones:

  1. El prisionero liberado regresa porque no soporta la luz del sol, porque no se siente a gusto en el exterior, y añora la comodidad confortable y segura de la caverna.
  2. El ex prisionero decide no regresar. Luego de haber descubierto este nuevo mundo se le hace insoportable la idea de vivir sentado inmóvil en aquella cueva oscura.
  3. Aunque a disgusto, finalmente regresa movido por un sentimiento de solidaridad o compasión con sus antiguos compañeros de cautiverio.
  4. Toma la decisión de regresar y liberar a los otros prisioneros como consecuencia lógica y por coherencia con todo lo aprendido durante su nueva vida en el exterior de la caverna.

Estas cuatro interpretaciones respetaban la literalidad metafórica de la alegoría: el interior de la caverna representa el mundo de los objetos sensibles, el exterior el mundo inteligible, la situación de los prisioneros representa la ignorancia de las personas que viven en un mundo de apariencias, y la liberación del prisionero significa la purificación del alma en su proceso de ascenso hacia la auténtica sabiduría.

Sin embargo, respecto del significado del regreso, parecía no haber coincidencia en torno a lo que yo consideraba la interpretación fidedigna del pensamiento platónico. Continué pensando en ello cuando regresé a casa, e incluso volví a leer el texto. Fue entonces cuando reparé en un detalle, más de forma que de contenido: en el texto no se afirma de manera taxativa que el prisionero liberado regresa a la caverna, sino utiliza una construcción sintáctica en condicional: “si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?”.

Seguramente que de todas las interpretaciones expresadas por los alumnos algunas estarían más próximas al espíritu de la letra platónica; sin embargo, era evidente que la condicionalidad de este final de texto dejaba abiertas como posibles todas las demás alternativas. Podía ser entonces que esta diversidad de interpretaciones tuviera su origen, más que en la distracción o en el error de los alumnos, en el carácter magistralmente abierto de un texto que mantiene su carácter dialógico hasta el momento final en el que Platón interroga a sus discípulos sobre sus implicaciones.

También me llamó la atención, desde una mirada autorreflexiva, la forma en que el descuido de una construcción sintáctica me pudo llevar a consagrar como definitiva una única posibilidad interpretativa y, desde la autocomplacencia docente, valorar como distracción o como error de los alumnos otras posibilidades que el propio texto quizás permita.

En la clase siguiente propuse continuar con el debate iniciado en la clase anterior; pero ahora, ya no con la intención de extraer una determinada visión del texto, sino con la de analizar las implicaciones y los significados que podían tener cada una de las interpretaciones ofrecidas por los alumnos, profundizando en un texto que aparecía como nuevo cuando se lo leía desde las referencias subjetivas y diversas de los alumnos (y naturalmente de las mías propias).

Señalo de manera resumida algunas de las cuestiones que fueron surgiendo al retomar el trabajo de la clase anterior, las cuales fueron devueltas de manera sintética y agrupadas al finalizar la hora. El prisionero liberado…

  1. Regresa porque no soporta la luz del sol: Parecía expresar una posición hedonista y no comprometida con los problemas de las personas o de la sociedad. El conocimiento tendría una función meramente instrumental, y en el fondo contendría una actitud escéptica o desencantada ante la posibilidad de llegar a la verdad o de cambiar las cosas o a las personas. Un alumno preguntó: “¿para qué puede servir tener tanta sabiduría si lo que importa es vivir tranquilo, sin problemas, con comodidad…?”
  2. No regresa. Prefiere quedarse en el mundo de las ideas a volver al mundo de las sombras: Pondría de manifiesto una actitud individualista y competitiva. “Vale la pena esforzarse por estudiar y aprender porque es la única forma de llegar a tener una posición social y ser alguien en la vida…”
  3. Regresa por solidaridad o compasión con sus antiguos compañeros de cautiverio: Ante los comentarios de los alumnos pensé en una posición moral emotivista, expresada por ejemplo en el compromiso social de algunos sectores de estas nuevas generaciones, y en la preferencia de algunos jóvenes por participar en ONGes a militar en partidos políticos.
  4. Regresa como consecuencia lógica de toda la sabiduría adquirida: Perspectiva propuesta por algunos pocos alumnos, y que, en principio, parecía la más próxima al espíritu del texto platónico. Continuando con las reflexiones anteriores, se me ocurrió para mis adentros relacionarlo con la figura del intelectual comprometido, expresado quizá en el compromiso político con proyectos ideológicos y utópicos de los que fuimos jóvenes allá por los años setenta.

Muchas de las ideas contenidas en estas notas no han surgido de manera expresa durante estas dos clases. También, como suele ocurrir en este diario de clase, seguramente no he podido reflejar toda la variedad de perspectivas y matices que se fueron expresando a lo largo de estas sesiones. La finalidad de estas notas continua siendo dejar constancia de la escucha de las referencias de los alumnos y, en parte, también trabajar de manera autorreflexiva las mías propias.




Para seguir pensando:


4 comentarios leave one →
  1. Liliana permalink
    15/06/2011 12:37

    Hola a todos,

    a ver, no entiendo la reflexión sobre la frase en condicional y la consecuente diversidad interpretativa si nos atenemos al siguiente fragmento: «a pesar de su evidente deseo de no regresar a su antigua y obscura morada (representación del “mundo sensible”), finalmente accede a regañadientes a descender, con el objeto de liberar a sus ex compañeros».
    Agregaría otra posible interpretación: regresa porque ahora, desde la sabiduria adquirida en la vida exterior a la caverna, le resulta mas fácil empatizar con la forma de entender en mundo que tienen sus ex-compañeros y se siente capaz que encontrar una vía, no demasiado «intelectual», para poder llegar a aportar algo de «luz» en el pensamiento y maneras de hacer de ellos.

    Un saludo,

  2. Liliana permalink
    15/06/2011 19:41

    Hola de nuevo,
    releyendo la entrada, veo que el texto sí plantea un condicional y que la interpretación del fehaciente retorno es de Alejandro. Así, retiro la primera parte de mi comentario anterior y me quedo solo con la «otra posible interpretación».
    Un saludo.

  3. Mauricio Langon permalink
    16/06/2011 1:01

    Las intervenciones de los estudiantes son jugosas. Pero el texto sólo afirma la descripción que quiere que se figure el escucha. Luego, desde 515b, cuando se pasa a darle movimiento a la imagen estática, la estrategia retórica cambia de la forma asertiva a la (pseudo) interrogativa en (pseudo) condicional: «Si pasaran tales cosas o se hicieran tales acciones ¿no crees que ocurrirían tales otras y los personajes harían tales acciones?»

    Si, desde el primer «si» (515 b) supusiera que los personajes no pueden hablar entre ellos, o que pueden nombrar de otro modo las sombras, etc. , (por ejemplo, nombrándolas por las relaciones que tienen entre sí o por lo que hacen, no por lo que «son»; al modo, digamos, de los animales primigenios y los actuales en la mitología guaraní, que no son imagen bidimensional y brumosa de los primeros, sino que hacen el mismo tipo de acciones que ellos -o que los primeros «explican» las acciones de los actuales-) entonces… tendríamos otra «alegoría»… Una filosofía y un filosofar, seguramente. «No platónico».

    Por supuesto, la exposición con uso de preguntas y condicionales (en vez del contar un cuento) puede entenderse como un modo de disimular retóricamente afirmaciones o de crear un efecto dramático, pero (especialmente si tenemos en cuenta que aquí el protagonista «narra» en forma de diálogo y en condicional, disponiendo de otras opciones más directas) también puede leerse como invitación a una constante apertura a otras posibilidades.

    Como las que aquí aparecen, en una experiencia en que golpea fuertemente que los interlocutores del Sócrates y Platón que son alumnos de Alejandro, de ningún modo dan su asentimiento a las preguntas socráticas, ni siquiera aceptan las condiciones y supuestos que serían obvios para el interlocutor del diálogo. Y el cambio cultural que va de allá a acá es de índole ética.

    Un abrazo

    Mauricio

    • Liliana permalink
      17/06/2011 12:32

      Hola a todos,
      respecto de la última respuesta del fragmento » -Ciertamente- dijo» podemos plantear: 1) apreciaria (en el sentido de entender, percibir) de la misma manera, una vez retornado, el asiento que ocupaba allá abajo? 2) demasiada luz del sol, según como, también puede llegar a enceguecer.
      Un saludo.

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