Saltar al contenido

El maestro artesano (2)

13/12/2010

Agregaré algunas ideas más a las ya propuestas en la entrada anterior, en relación al símil del maestro artesano. Richard Sennet define a un artesano como aquella persona que realiza su trabajo como un fin en sí mismo. Su motivación es totalmente intrínseca: el placer que le provoca el ejercicio de su oficio y la satisfacción que siente al hacerlo bien.

“El carpintero, la técnica [de laboratorio] y el director [de orquesta] son artesanos porque se dedican a hacer bien su trabajo por el simple hecho de hacerlo bien. Su actividad es práctica, pero su trabajo no es simplemente un medio para un fin que los trasciende”… (p. 32)

Este vínculo “no instrumental” que el artesano mantiene con el trabajo y sus resultados le lleva a experimentar un especial compromiso con su entorno laboral: materiales, herramientas y sobre todo aprendices.

“El artesano representa la condición específicamente humana del compromiso.” (p.32)

…para la plena realización de la artesanía, la motivación es más importante que el talento (p. 350)

El orgullo por el trabajo propio anida en el corazón de la artesanía como recompensa de la habilidad y el compromiso. (p. 361)

Si mantenemos el símil entre el artesano y la actividad docente, estos textos nos hablan de la dimensión vocacional de nuestro trabajo. Una exigencia vivida por no pocos docentes, especialmente de las enseñanzas medias, como incompatible con su condición de “profesionales” o de “especialistas” en determinadas materias.

El símil que se sitúa en las antípodas del artesano es el del trabajador industrial, cuyas características son, por lo general, el extrañamiento respecto de su trabajo y sus resultados, su descompromiso en relación al entorno laboral, la ausencia de iniciativas personales y de implicación emocional.

Aplicada a la actividad docente, la figura del «trabajador industrial» se correspondería con la de los “profesionales” o “especialistas”. Para éstos lo que se ha de valorar es la posesión de contenidos y su capacidad para transmitirlos. La implicación emocional suele ser vivida como debilidad o muestra de escasa profesionalidad; la creatividad como un riesgoso y poco serio alejamiento de las programaciones establecidas.

En la entrada Diario de Clase 6: sentido y motivación comentaba la máxima: “sólo se aprende haciendo”. Curiosamente muchos “docentes industriales”, aquellos que se consideran profesionales o especialistas en determinada materia, estarían de acuerdo y de hecho aplican en sus clases una didáctica en la que predominan las actividades prácticas. Tal como decía en dicha entrada, se puede entender esta máxima en el sentido de que los alumnos aprenden más y se sienten más motivados cuando pueden manipular objetos reales, buscar ejemplos, construir representaciones de lo que se explica. Los profesores explican y los alumnos deben buscar ejemplos, “casos”, “aplicaciones”.

Sin embargo, creo que existe una diferencia considerable entre aplicar de forma práctica lo que el docente explica, y  descubrir por sí mismo algo mediante un aprendizaje práctico, promovido por un docente que tan sólo orienta o posibilita.  En este sentido, con frecuencia, la utilización de las TIC en las aulas responde  más al primer significado del “aprender haciendo”que al segundo . El efecto hipnótico de una pantalla digital que ayuda a hacer más entretenida una clase magistral, o una vistosa web quest que consiste en buscar en Internet información para ampliar o confirmar lo que explica el profesor, creo que serían ejemplos del primer significado. Y con esto no quiero cuestionar el esfuerzo que muchos docentes hacemos por conseguir que la transmisión que inevitablemente se tiene que realizar de ciertos contenidos sea menos aburrida. Siempre es mejor una clase participativa y dinámica que un rollo casi al dictado; aunque en el primer caso el papel del alumno siga siendo el de un receptor, aunque ahora un poco más atento o entretenido.

De todas formas creo que debemos aspirar a dar un paso más: la no fácil tarea de ir adoptando un modelo “artesanal” de educación, de ir convirtiendo el aula en un taller con puertas y ventanas muy abiertas, de promover entornos de aprendizajes horizontales, en los que maestros y aprendices participan en tareas compartidas, exige que pasemos del “aprender haciendo” al “aprender produciendo o creando”. Sin lugar a dudas que haciendo se estudia mejor, se retiene la información durante más tiempo; pero el verdadero aprendizaje, aquel que se entiende como la modificación real de los comportamientos se da mediante la autonomía de la productividad y la creación. En definitiva, el reto estaría en conseguir que gradualmente los aprendices transformen la participación en gestión autónoma de sus aprendizajes, y que los docentes pasemos de ser activos y amenos profesores a ser posibilitadores, lo más silenciosos posible (Finkel), de entornos de aprendizajes.

Pero esto no queda aquí, deberíamos intentar dar un tercer paso. Una vez que la actividad se ha convertido en tarea y las lecciones en proyectos, habría que promover la dimensión reflexiva de todo esto. Poner en movimiento aquel pensamiento que tiene por objeto la propia acción y sus resultados.  Intentar que el aprendiz no sólo se pregunte por el “cómo”, sino también por el “porqué” de lo que hace. Dos dimensiones diferentes de la tarea meta-cognitiva: una instrumental y la otra reflexiva. En la búsqueda de este porqué se da además del aprendizaje de una competencia, la construcción de sí mismo, que en definitiva es el aprendizaje que realmente importa. Aprender haciendo puede significar entender mejor mediante la práctica lo que otro (el profesor) quiere que aprenda. Pero también puede significar conocer lo que el aprendiz muestra y reconoce de sí mismo en el proceso de producir o de crear.

“Ya sea como el cantero que deja en la piedra las muescas y los errores, ya como el dibujante que recupera la habilidad para trazar líneas rectas exactas, ahora el artesano es consciente de sí mismo. Su senda no es la destreza sin esfuerzo, ha tenido dificultades y ha aprendido de ellas.” (p.144)


Ideas para seguir pensando:

  • El maestro artesano más que enseñar, muestra y comparte lo que aprende y la forma en que lo hace.
  • La clase-taller es un espacio abierto y permeable en el cual se construyen sucesivos entornos de aprendizajes.
  • Los entornos de aprendizajes son entramados de conexiones que trascienden los muros del aula; los aprendizajes son su construcción.
  • La aspiración es que el aprendiz no llegue a ser tan sólo competente, sino que se forme a si mismo como artesano.
5 comentarios leave one →
  1. 13/12/2010 21:27

    Tus reflexiones, como de costumbre, me dejan pensando en la forma en que trabajamos en nuestras aulas. Tengo una tendencia «poco profesional» a incitar a los alumnos a que se busquen la vida y eso me causa muchas protestas el primer trimestre porque es mucho más fácil preguntar «qué entra en el examen» que descubrir el placer de aprender por aprender, no siempre se consigue.
    Con lo que todavía no puedo es con los diferentes ritmos de aprendizaje. Es muy difícil establecer un camino de trabajo único, cada uno ha de ir a su ritmo y eso desespera al resto de compañeros: los que todo lo quieren/encuentran/descubren rápido e instantáneo frente a los reflexivos y pacientes. Un poco como la vida. La difícil tarea del docente-artesano es equilibrar esos ritmos para que no sean opuestos sino complementarios.
    Gracias por estas reflexiones, me vienen muy bien ahora que estoy de evaluaciones y con la imposible tarea de calificar, son un bálsamo para la conciencia. ¿Cómo hace el artesano para distinguir entre un 6 y un 7?

    • 14/12/2010 20:32

      Tu lo has dicho: como la vida. No quiero ni pensar los quebraderos de cabeza que tendrían los artesanos de verdad para poner un poco de orden y armonizar las diferentes maneras de ser de sus aprendices. Seguramente que ahí está la gracia. La desgracia es que después viene una junta de evaluación y te obliga a calificar como si fueran todos iguales. En cuanto al 6 o al 7, pues si hay dudas que lo decidan los aprendices, no? 😉
      Gracias Ana por comentar. Como siempre me encanta tenerte por aquí.
      Un beso
      Alejandro

  2. Aida Ivars permalink
    21/12/2010 17:52

    Me ha gustado tanto el artículo como el comentario de Ana.
    Yo no me siento artesana, porque esa idea me sugiere calma. Y no es que no quisiera serlo, es que no me siento así, ahora. Supongo que será porque soy aprendiz de artesana, y presto mucha atención a los movimientos de la mano, que todavía no ha aprendido a moverse sóla. Por eso doy importancia a los pequeños detalles, que un experto conoce y yo todavía estoy descubriendo.
    Para mi es más parecido a ser director de teatro de una obra que no está escrita, y sentir en cada clase la energía del estreno: ellos son los actores, protagonistas de su propia obra y yo ando apuntándoles el guión, haciendo sugerencias y preguntas cuando se pierden.
    Sigo aprendiendo con vosotros 🙂

Trackbacks

  1. Tweets that mention El maestro artesano (2) « -- Topsy.com
  2. Tweets that mention El maestro artesano (2) « -- Topsy.com

Deja un comentario